Los conflictos son una constante en la historia de la humanidad, inherentes a los sistemas vivos en cuanto a portadores de objetivos.
“Uno de los problemas es no comprender que el conflicto tiene una dimensión más amplia. Por ello, a veces no se trata adecuadamente” Cada una de las partes tiene sus pensamientos y emociones propios, se comporta de una forma concreta y tiene su interpretación de la naturaleza del conflicto, que articulan la lógica del conflicto:
Respuestas a la incompatibilidad de objetivos de las partes (Darwin, competición). Entender que las personas somos diferentes es fácil; el problema surge cuando ocultamos que somos diferentes, y los factores del conflicto no se expresan. Cuando ocultamos lo que pensamos, sentimos e interpretamos y nos relacionamos con la otra persona, sin dejarle saber nuestra posición, el conflicto es más probable. Por ejemplo, no responder una llamada telefónica puede dar lugar a diferentes interpretaciones que pueden llevar al desentendimiento. Los procesos para la resolución de los conflictos más importantes son:
Tras los procesos de trascendencia y transformación, el camino a la paz pasa por tres actitudes:
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ADICCION A LOS VIDEOSJUEGOS Y CIRCUITO DE RECOMPENSA
El juego como nuevo paradigma social no debería hacernos pensar que jugando más se aprende más, porque no es así casi siempre. En el actual lenguaje publicitario, consumista y “vendedor”, se relacionan algunos términos como si “siempre” fueran unidos: juego, diversión y entretenimiento, emoción, alegría, felicidad; como si tuviéramos que rechazar el esfuerzo o el sufrimiento en la vida. A veces estos términos se “hermanan” con otros como motivación, aprendizaje y educación. Otras veces se relacionan con estados de ánimo como relajación, bienestar y hasta salud… El circuito de recompensa nos motiva a
El sistema de reconocimiento del placer en el cerebro implica al neurotransmisor dopamina. Por ejemplo, en el bebé, se dispara cuando se le hacen cosquillas o cuando se le da un abrazo: con cualquier juego o momento de placer. Ese circuito se dispara cuando ante una pantalla digital, porque atrae nuestra atención centrando nuestra mirada y nuestro interés, que activando la secreción de adrenalina y cortisol. Ello, en principio, no tendría por qué ser un problema, y hasta podría desarrollar algunas habilidades neuronales o reflejas, si no fuera por la cantidad de tiempo dedicado, que va en detrimento de las relaciones familiares y del cumplimiento de sus obligaciones. En el videojuego hay dos tipos de dificultades y de tiempos internos:
Al igual que controlamos nuestra comida, nos convendría frenar la tendencia al premio fácil y rápido, para reducir la posibilidad de sufrir compulsión o adicción, entendida como una constante necesidad de jugar que la persona prioriza sobre cualquier otra actividad. Se trata de aprender a gestionar el tiempo, ya que el autocontrol es posible. En todo lo referente a la tecnología, conviene tener en cuenta que:
En el cerebro todo tiene efecto, de hecho, sus comportamientos podrían resumirse en dos:
• buscar el placer • evitar el dolor Para lo que actúa su área emocional, memorizando con mayor intensidad. Actividades como comer, beber, practicar sexo, etc. motivan las vías del cerebro, relacionadas con el placer y la recompensa, disparando la secreción de beta endorfinas, dopamina, noradrenalina, serotonina, etc. Para jugar a un videojuego, frecuentemente, hay que automatizar procesos de coordinación y después dejarse llevar durante horas. No suelen tener un contenido intelectual significativo, ni requiere un gran esfuerzo para obtener una recompensa con una sensación de victoria, de control, de dominio, acompañada de efectos visuales y sonoros impactantes, generando la sensación de estar haciendo muchas cosas y consiguiendo victorias; todo ello muy satisfactorio. En los videojuegos se suelen conseguir victorias entre los 40 y los 60 minutos de juego. El circuito de placer y de recompensa se dispara en cuanto ponemos una pantalla digital delante de nuestros ojos. Cuando vamos superando obstáculos, alcanzando metas y “cruzando zonas o puertas” jugando con un videojuego, segregamos más dopamina y endorfinas, consiguiendo una sensación de placer y bienestar muy importante, que nos lleva al deseo de repetir. Los excesos de tiempo dedicado a los videojuegos perjudican:
Una mente joven tiende a lo fácil y a las actividades recreativas que no exijan una gran concentración. En un videojuego, según vamos superando obstáculos, alcanzando metas y “cruzando zonas o puertas” segregamos un mayor nivel de dopamina y endorfinas, que provocan constantemente una importante sensación de placer y bienestar. Las victorias rápidas crean sensaciones que el cerebro desea repetir. El tiempo pasa volando cuando disfrutamos, porque capta nuestra atención, perdiendo la consciencia de nuestro reloj cognitivo. Lo que nos gusta puede llegar a crear una dependencia psicológica y fisiológica, de hecho, las rutas neuronales del cerebro de la dependencia de las drogas son las mismas que se activan con las conductas ante las pantallas: el circuito entre el equilibrio, la necesidad, la tensión, la ansiedad, la acción y la satisfacción es el mismo. Por eso, la ciberadicción existe y es grave: cuando se encierra en su habitación todas las horas posibles para jugar, sólo o con amigos, tenemos una señal de la existencia de un posible problema: • ¿Se irrita si intentas reducir su tiempo de juego? • ¿No consigue controlar el tiempo de juego? • ¿Cada vez necesita jugar más para lograr satisfacción? • ¿Descuida y/o aplaza sus deberes? • ¿Ha perdido el interés por actividades que antes le gustaban? • ¿Miente para ocultar el tiempo que dedica a jugar? • ¿Emplea tiempo de la noche para jugar más? La adicción se caracteriza por: • Amenazar con conductas exageradas o inusuales. • Cambios de hábitos en la comida y el sueño. • Preferir jugar a hacer otras cosas peores. • Descuidar sus obligaciones en la casa. • Negar que invierte un tiempo excesivo. • Incapacidad de controlar voluntariamente el tiempo de juego. • Mentir para jugar o hacerlo a escondidas. • Modificar su horario para poder jugar. • Falta de interés por otras actividades que antes le gustaban. • Posterga sus deberes. • Problemas con los estudios. • Aislarse en su habitación o donde juega. • Distanciarse de la familia encerrándose en su juego. • Agresividad e irritabilidad, cuando lleva rato sin jugar. Conviene formarlos en el buen uso de su voluntad y en elegir bien. Es importante saber dosificar el entretenimiento y, especialmente, el entretenimiento digital. (Fuente: Dirección General de la Familia y el Menor) |
Santiago CherbitPsicologo Archives
Noviembre 2020
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