La muerte es algo inherente a la vida e ineludible, y pensar en ella cuesta, duele y asusta.
El temor de las personas adultas hace que, en ocasiones, tratemos de proteger del sufrimiento a la niñez, no hablándoles de ello. De esta manera:
Crecer sin exponerse al sufrimiento, nos hace personas más propensas a la frustración y con dificultades para afrontar los eventos propios de la vida. Ante la muerte, algunas pautas a seguir serían: 1. Comunicar la noticia cuanto antes, con claridad y sin mentiras; evitando escapar de la ansiedad que nos genere la situación. 2. Tener en cuenta su edad para abordar el tema
4. Intentar volver a la rutina lo antes posible. Aunque los primeros días es deseable la flexibilidad.
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La intolerancia y el “odio” han sido rasgos de la sociedad en su historia.
En los últimos años ha habido un aumento de las conductas de intolerancia y el odio se expresa en las cosas y en las personas. El “Discurso de odio” incluye todas las expresiones que difundan, inciten, promuevan o justifiquen (Consejo de Europa):
Un estereotipo es una creencia generalizada en grupos particulares, que se aplica a otras personas, como una razón para tener un un trato diferente. Por ejemplo, “los futbolistas pueden correr más rápido que las demás personas”. El prejuicio es un estereotipo con una evaluación o juicio. Por ejemplo, “las mujeres no juegan bien al ordenador”, porque se trata de un juicio sobre la capacidad técnica de las mujeres. El discurso de odio está motivado por prejuicios que consideran que algunas personas son
El ciclo de la vida indica que la muerte forma parte de la misma, es difícil aceptarlo.
Y, entonces aparece el miedo, el sufrimiento e incluso la negación ante una realidad indiscutible. Nuestro cerebro tiene capacidad de abstracción, se da cuenta de que en nuestra vida hay un pasado, presente y futuro, sólo que el final de esté es incierto. Todo ello provoca emociones – que dirigidas hacia el incierto futuro son de miedo. El miedo a la muerte tiene algunos componentes en común:
De hecho, las personas compartimos los mismos miedos a nivel básico. Es como cuando te estás cayendo y abres los brazos, tu cerebro primitivo está buscando una rama próxima para sujetarte. Con el paso del tiempo, no tememos a cualquier cosa ni compartimos los mismos miedos que nuestros antepasados, cuya mayor preocupación era no convertirse en comida. Estas amenazas dejaron una huella en nuestras consciencias. De hecho, cuando tenemos de 3 a 4 años, descubrimos antes las serpientes que las flores en una pantalla, y lo hacemos aún antes si la serpiente está en posición de ataque. Amenazas más modernas, como coches y pistolas, no captan la atención de esta forma. El “aprendizaje preparado” es que nuestro cerebro esté preparado para reconocer estos miedos atávicos, a modo de conocimiento genético que pasa de generación en generación. Un sistema natural de autoconservación, el instinto. Si nos coaccionan a pensar en morir nos defendemos intentando reafirmar nuestras creencias y autoestima. En ocasiones, ello lleva al desprecio de otras creencias, la creación de un prejuicio, la discriminación e incluso la agresión. Las personas tendemos a evitar pensar en la muerte, pero cuando nuestras defensas son insuficientes (p.ej., accidentes, atentados, crímenes, etc.) lo viviremos como una amenaza a la supervivencia, que provoca ansiedad y puede llevarnos a conductas en las que nos mostramos contundentes y agresivas. Las primeras defensas aparecen cuando somos conscientes de la muerte, por ejemplo
Hay una relación entre las conductas agresivas y el miedo a la muerte, por ejemplo, cuando nuestra visión del mundo es cuestionada por un enfoque contrario, porque supone un obstáculo de nuestras defensas que no consiguen paliar la ansiedad, reaccionando hostilmente, incluso con conductas delictivas. Ejemplos de generación de tensión son: 1) Obstáculos para conseguir nuestros objetivos 2) Privación de lo conseguido 3) Imposición de situaciones limitantes M. Slater y suequipo de investigadores de la Universidad de Barcelona, desarrollaron un experimento de Realidad Virtual para crear la ilusión de estar separado de tu propio cuerpo y ayudar así a paliar el miedo a la muerte. En el experimento, lo primero que les hicieron fue sentir que el cuerpo virtual que veían a través de las gafas, era suyo haciendo coincidir los movimientos reales de los voluntarios con los del cuerpo virtual. Cuando una bola virtual caía en el pie del cuerpo virtual una vibración se activaba en la piel real de la persona, haciendo que las personas sientan que el cuerpo es suyo a pesar de saber que no puede serlo. El siguiente paso consistió en cambiar el punto de vista de la persona: parecía que flotaban fuera del cuerpo virtual observándolo desde arriba. A partir de ahí, cuando las bolas se dejaron caer sobre el cuerpo virtual sólo la mitad de ellos recibió la vibración. Quienes aun así la sintieron, les parecía que seguían conectados al cuerpo. Acabado el experimento, con su conciencia separada del cuerpo virtual, contestaron un cuestionario de evaluación de su miedo a la muerte. Quienes se habían sentido desconectados de su cuerpo (no habían recibido ninguna vibración tras cambiarles el punto de vista) aseguraron haber reducido significativamente el miedo a morir. Según Slater es poco probable que la experiencia haya cambiado los sentimientos sobre la muerte, piensa que la experiencia podría producir la sensación de que la conciencia de las personas está separada de su cuerpo físico y, por ello, tener la sensación de que es posible “vivir” más allá de la muerte. Tal experiencia es similar a las que han vivido personas que superaron una insuficiencia cardíaca, y describieron haber visto la habitación del hospital desde el techo durante los momentos críticos. Aún se desconoce si métodos como éste, podrían ayudar a consolar a personas con enfermedades terminales o cuando sus vidas se ven perjudicadas por un miedo intenso a morir. "Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo"
(L. Wittgenstein, 1921) Nuestras palabras, junto con los símbolos, son el soporte de nuestros pensamientos, que determinan la percepción de la realidad en la mente. Ello genera las emociones, generando cambios en el lóbulo parietal, donde nos vemos a nosotros mismos. De hecho, expresar palabras positivas y escuchar mensajes potenciadores favorece nuestra salud. Según M. Waldman, neurocientífio de la Universidad Loyola Marymount, el cerebro es más saludable cuando usamos "al menos tres expresiones positivas por cada una negativa". Existen técnicas cotidianas eficaces como
Fuente: María Fernández Según nacemos necesitamos desarrollar una relación con al menos una persona que nos cuide para nuestro desarrollo social y emocional.
El objetivo biológico es la supervivencia, y el mental es la seguridad. De bebés lo hacemos todo para sentirnos personas queridas, y nos apegamos a las personas adultas sensibles y receptivas, que nos cuidarán de seis meses a dos años de edad, aproximadamente. Según el científico especializado en la infancia J. Bowlby, en la niñez se mantiene con su cuidador un sistema de apego, con patrones de emocionales y conductuales, que motiva buscar la proximidad con las figuras parentales. Durante las primeras 8 semanas de vida, sonreímos, balbuceamos y lloramos para atraer la atención de las personas que nos cuidan y de cualquier persona que esté cerca. De 2 a 6 meses, aumenta nuestra capacidad para distinguir entre personas conocidas y desconocidas, y aumenta nuestra receptividad a la cuidadora; siguiendo y aprendiendo comportamientos. El apego se desarrolla entre 6 meses y 2 años, porque la conducta intenta conseguir el sentimiento de seguridad, manteniendo la proximidad y protestando ante el abandono. Cuando empezamos a gatear y a caminar, utilizamos las figuras de apego (personas conocidas) como una base segura para explorar, sabiendo que siempre contamos con ellas. La respuesta parental refuerza los estados emocionales potenciadores y atenúa los limitantes, a través de dar protección, que a tener un sentimiento de seguridad importante. En el sistema de apego las conductas no verbales son las más importantes:
Es decir, los elementos músculo-esqueléticos y viscerales de las emociones y de los sentimientos. Los juegos son uno de los medios más importantes para ello: Hasta los 6 meses:
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Santiago CherbitPsicologo Archives
Noviembre 2020
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