Ya en plena desescalada se sabe que, para gran parte de la población, el confinamiento ha supuesto un sufrimiento importante, según el estudio de la Universidad Complutense de Madrid.
"Además del miedo al contagio del virus, la epidemia ha generado un sentimiento de incertidumbre en lo económico y lo social, con miedos como: AGORAFOBIA. Miedo en espacios de límites indefinidos y abiertos que no controlamos. CLAUSTROFOBIA. Miedo a los espacios cerrados, relacionado con la posibilidad de asfixia, por estar limitado en sus movimientos y no tener posibilidad de escapar. DEMOFOBIA. Miedo a situaciones con una gran multitud de personas. HIPOCONDRÍA. Miedo excesivo a enfermar. TANATOFOBIA. Miedo a la propia muerte y a la de seres queridos. RUPOFOBIA. Miedo a la suciedad, que puede desarrollarse como consecuencia de la limpieza continua y la desinfección tanto personal como del hogar, y se extiende de manera al espacio público, afectando a las relaciones con los demás. EREMOFOBIA. Miedo a la soledad. HAPTOPHOBIA. Miedo al contacto físico, que provoca incomodidad y repulsión. ANUPTAFOBIA. Miedo a la soltería.
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Las mentes de las personas que tienden a dejar todo para “más tarde” son distintas y, por eso, no hay soluciones universales a corto plazo.
Según expertos como la doctora E. Hendriksen existen varios grandes grupos:
En muchos casos el comienzo de la solución está en darnos cuenta de a qué gran grupo pertenecemos, aunque en todos los casos sea recomendable la terapia psicológica. Fuente: M. Nadal A pesar de las ganas de salir de casa para combatir la ansiedad generada por el confinamiento, muchas personas, llegado el momento de poder salir, sienten miedo y las descoloca por tratarse de algo que, hasta hace poco, resultaba muy fácil para la mayoría.
Es lo que comienza a llamarse “síndrome de la cabaña” que puede llegar a superar a algunas personas a través del miedo a salir a la calle ante una amenaza invisible. Para afrontar tal sensación conviene: 1. La pandemia es una situación de amenaza nueva que intensificó nuestras emociones y que nos hace pensar exagerando la experiencia que vamos a abordar: un paseo durante un rato por las calles de nuestro lugar de residencia. Conviene tener presente de lo que realmente se trata. 2. Tener la intención de sentir comodidad y seguridad con nuestra indumentaria y arreglo personal. 3. Pensar en que nos apetece y nos beneficia pasear y que no se trata de una obligación. 4. Empezar progresivamente. 5. Planear el recorrido para evitar situaciones de nervios al sentir que controlamos la situación. 6. Identificar distracciones para ese momento. Aunque prestemos atención para no tocar nada y mantener la distancia social, podemos distraernos observando el entorno u oyendo música, por ejemplo. 7. Elegir el momento que más nos convenga dentro de las franjas horarias permitidas, en función de que haya luz natural o haya menos gente por la calle, y sintamos más seguridad. 8. Intentar pensar menos y poner cosas en práctica. Fuente: S. Carpallo, R. San Román, R. Gargallo |
Santiago CherbitPsicologo Archives
Enero 2021
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