El síndrome de NocheviejaSe acaba el año y parece que hubiera que celebrarlo darle más valor, con rituales como las uvas con las campanadas, las cenas, las fiestas, etc.
La mayoría se divierte. Para los adolescentes es una ocasión para trasnochar. En general tenemos grandes expectativas sobre lo bien que debemos pasarlo y de lo tarde que nos acostaremos, tras haber tomado chocolate con churros. Ello puede generar tal tensión que podría hacer que no sea tan agradable. Esto es el síndrome de nochevieja, que podemos afrontar ajustando las expectativas: • ¿Tengo que aguantar hasta los churros? • ¿Puedo aburrirme en algún momento de la noche sin pensar que es una pérdida de tiempo? • ¿Soy capaz de disfrutar de las cosas sin convertirlas en una obligación? Para borrar todo lo malo y atraer lo bueno, probablemente ya tendrás las uvas de las campanadas y la ropa interior roja que atraerá a la suerte, como parte de esas supersticiones a modo de creencia que es contraria a la razón: • Cuando el reloj marca las doce, besamos a quienes han compartido la cuenta atrás con nosotros, para mantener el afecto con estas personas. • Brindar con un anillo de oro en la copa. • El pie derecho debe ser el primero en tocar el suelo para empezar el año. • Encender todas las luces de la casa para atraer la claridad. Se trata de actos que no tienen consecuencias negativas, salvo que, como cualquier expectativa, sea exagerada.
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Durante las fiestas navideñas respiramos una especie de obligación social de convivencia y conductas de paz y amor que a veces no concuerdan con lo que realmente nos apetece.
Ello genera un sentimiento de frustración ante el dilema de seguir las normas sociales y el rechazo a estas. Por otra parte es frecuente evocar a seres queridos con quienes es inviable compartir estos momentos y que puede llevarnos a sentimientos de soledad y añoranza. Los medios de comunicación y el comercio fomentan el consumo mediante un estereotipo de felicidad que, en ocasiones, no tiene que ver con nuestra realidad en términos económicos, personales, existenciales, laborales o de pareja, lo que puede llevar a sentimientos de fracaso. Algunas prácticas que nos pueden ayudar a sobrellevar esta situación: • Disfruta de los recuerdos de las personas ausentes en lugar de atormentarte. • Comparte con las personas de tu confianza tus sentimientos y no sólo los agradables sino también los que te entristecen. • Aceptar tu realidad tal cual es. • No intentes hacer más de lo que seas capaz de llevar a cabo, para evitar el cansancio psicológico. • Piensa que la Navidad es una fecha más en el calendario y que el significado depende de ti. En gran parte de los delitos violentos como un atraco las personas sufren secuelas experimentando reacciones fisiológicas y psicológicas como las siguientes:
• Dolores físicos sin causa aparente • Miedo, angustia e incluso pánico • Palpitaciones • Rabia, culpa, etc. • Sudoración • Trastornos del sueño • Trastornos digestivos • Tristeza y desesperanza • Dificultades de atención y falta de concentración • Pérdida de memoria, • Pensamientos recurrentes de lo vivido, etc. Incluso los testigos oculares, familiares, policías, periodistas, etc. podrían experimentarlos. Todos ellos son síntomas del Trastorno de Estrés Post Traumático (TEPT), consecuencia de la exposición a un riesgo para la persona. Ello suele llevar a: • Creencias negativas sobre la propia persona, el entorno y otras personas, como por ejemplo, desconfiar de las amistades, los servicios de seguridad, las calles, etc. • Estado negativo limitante. • Decremento del interés en actividades sociales, como reuniones con amistades, práctica de deporte, etc. • Incapacidad para experimentar alegría, satisfacción, paz, etc. • Estado de alerta continuo, respuestas de sobresalto, etc. En general “Las víctimas de un delito se sienten vulnerables y con miedo a las personas extrañas”. Madurar emocionalmente implica haber aprendido a aceptar lo que viene y a fluir ante la vida, con autoestima.
Requiere trabajo, esfuerzo, voluntad y ganas de mirar en nuestro interior para: 1. Decir adiós sin miedo a que la vida fluya ni a que cualquier tiempo pasado fuera mejor. 2. Recordar sin dolor y vivir en el presente aceptando nuestro pasado. 3. Tener conciencia de los pensamientos y los sentimientos propios y ajenos sin sentirse abrumado. 4. Aceptar la vida tal y como es, sin quejas. 5. Aprender de los errores sin autocastigarse. La madurez emocional te permite tener una visión propia del mundo y la sensación de “llevar” la propia vida. |
Santiago CherbitPsicologo Archives
Noviembre 2020
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