![]() Deseamos las vacaciones y las idealizamos con las expectativas de poder hacer lo que nos apetece (descansar, viajar, disfrutar con la familia o los amigos, etc.) que pueden ser muy altas, y también diferentes de lo que quiere la pareja... Según como esté la relación sucederán cosas durante y después. Si la pareja está en un momento conflictivo, seguramente las vacaciones serán un infierno, porque al pasar más tiempo juntos y planificar actividades conjuntas, pueden resurgir conflictos anteriores no resueltos (falta de comunicación, desamor, situaciones traumáticas o estresantes en las que no se siente el apoyo del otro, etc.), o puede que determinadas formas de relacionarse generen crispación, discusiones o distanciamiento, y habrá más roces, más enfados, más disputas de poder en la pareja, etc. En ocasiones se decide acabar la relación y “la culpa” no es de las vacaciones, sino de los conflictos previos que se manifestaron. De hecho un 33% de las rupturas de pareja se producen en el otoño. Muchas parejas achacan sus problemas a la falta de tiempo, al estrés y al exceso de trabajo, y piensan que las vacaciones lo arreglarán todo, y no es así si los problemas son profundos. Y vuelven ‘cansados’ el uno del otro, desencantados, los reproches empiezan por falta de afecto, de caricias o de relaciones sexuales y se tiene la percepción de que cada uno va a lo suyo. Es como si hubieran descubierto que la relación no era como debería, apareciendo el deseo de separación. Aunque aparentemente se discuta por tonterías, la realidad es que esa persona a la que le gustaba como era su pareja , cambia de opinión... Con el paso del tiempo, cada miembro de la pareja evoluciona de forma diferente; las personas cambian y sus expectativas y deseos también. Si las relaciones de pareja son buenas, al final del verano probablemente serán mejores.
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Santiago CherbitPsicologo Archives
Noviembre 2020
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