Entro por la mañana a trabajar y cuando me doy cuenta, ya es de noche: ¡he pasado todo el día inmerso en mis tareas, sin ni siquiera parar a comer!
Esto es un ejemplo de fluir, pues es como haber estado en una “experiencia óptima”, placentera, sin ansiedad, ni aburrimiento, por haber puesto orden en mi mente, en lugar de pensar que perdí el tiempo entre sentimientos de ansiedad y tedio. Vivimos en una realidad compleja de millones de estímulos e información, en la que nuestra atención tiende a dispersarse y propicia el caos en nuestra mente, que nos lleva a una conciencia constante de los deseos que tenemos pendientes de satisfacer y al sentimiento de ansiedad consecuente. Cada persona reacciona de manera diferente, llevando su atención a nuevos propósitos (religión, adicciones, acumulación de riqueza, etc.) para tratar de controlar ese caos, sin éxito... La búsqueda del bienestar es, por tanto, la lucha contra el caos de la mente que desordena la conciencia. La experiencia óptima que mencionamos tiene que ver con que la recompensa obtenida se derive del hecho de realizar la actividad y no de sus posibles consecuencias, porque el resultado inmediato es una sensación de disfrute y realización. Las siguientes características son propias de estas experiencias de fluir: 1- Que conlleve un desafío alcanzable que requiera habilidades y destrezas. Ya que el disfrute se consigue cuando en el punto medio entre el aburrimiento y la inquietud. Si nos parece imposibe, o si nos aburre, no disfrutaremos. 2- Que implique concentración y enfoque. Cuando la atención está completamente absorta en una actividad, lo que la persona está haciendo llega a ser algo espontáneo, casi automático, y deja de ser consciente de sí misma como un ser separado de lo que hace. Es un estado de flujo, en el que la mente transita libre y armónicamente, concentrada en un campo limitado y concreto de atención. 3- Que los objetivos sean concreto, aunque el tiempo de las actividades sea variable, desde segundos a días. Así como la persona que pinta va definiendo con cada trazo su objetivo final, las músicas de jazz van dándole un cauce definido a una improvisación musical, por ejemplo. 4- Que haya retroalimentación directa e inmediata, porque las personas somos capaces de tener la sensación de si lo estamos haciendo bien. 5- Que no nos distraigamos con otras informaciones. Es como si “todo lo que pudiera recordar fueran los últimos 30 segundos, y todo lo que pudiera pensar se concentrará en los próximos 5minutos”. La atención excluye toda la información que ocupa la mente que no es de utilidad para lo que se está haciendo; como si, mientras se mantiene la actividad, desconectaramos la memoria poniendo orden en la mente. 6- Exista un sentimiento de control personal de la situación o la despreocupación de no tenerlo. El disfrute de las actividades de riesgo, no deriva del peligro en sí mismo, sino de la capacidad para minimizarlo. Y el placer de estas actividades surge de la sensación de ser capaz de controlar algo potencialmente peligroso. 7- Que se produzca la pérdida del sentimiento de la conciencia de la propia personalidad, permitiendo así una forma de trascendencia, porque sobrepasamos el propio yo con la sensación de fusión con el entorno. 8- Que exista distorsión de la percepción del tiempo. Por eso el tiempo parece transcurrir a una velocidad muy diferente a la normal: a veces más rápidamente, mientras que en otro casos, duran eternidades.
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Santiago CherbitPsicologo Archives
Noviembre 2020
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