La tortura constituye una experiencia vital importante que puede ocasionar sufrimientos físicos y psicológicos múltiples con consecuencias mentales y emocionales, independientemente del estado psicológico previo de la persona.
Las consecuencias psicológicas de la tortura son consecuencia del contexto y del significado que personalmente se le atribuya. Por esto, no todas las formas de tortura dan el mismo resultado. Por ejemplo, las consecuencias psicológicas de una ejecución simulada no son las mismas que las de una agresión sexual. Tampoco lo son los efectos de la detención y la tortura en un adulto que en un niño. Aún así, existen síntomas y reacciones psicológicas frecuentes en las personas supervivientes de la tortura y del maltrato: • trastorno de estrés postraumático (TEPT) • depresión profunda • síntomas somáticos como dolores, cefaleas u otros síntomas físicos • disfunciones sexuales • síntomas psicóticos (delirios, alucinaciones, paranoias, etc.) • alcoholismo, toxicomanía, etc. • Ansiedad • Fobias etc. El maltrato propio de la tortura es todo acto que inflija a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación. La tortura suscita profunda inquietud en las personas porque ataca a la base de la existencia y de la esperanza de futuro, ya que uno de sus objetivos es reducir a la persona a una situación de desvalimiento y angustia extremos que deteriore las funciones cognitivas, emocionales y conductuales, porque constituye un ataque a los modos fundamentales de funcionamiento psicológico y social de la persona. Al deshumanizar y quebrar la voluntad de las víctimas, el maltrato constituye precedentes amedrentadores para quienes se pongan en contacto con la víctima pudiendo dañar la voluntad y la coherencia de muchas personas. El derecho internacional prohíbe atentar contra la vida y la integridad corporal, especialmente el homicidio, las mutilaciones, los tratos crueles, la tortura, atentados contra la dignidad personal, especialmente los tratos humillantes y degradantes... Entre los métodos de tortura más frevcuentes figuran los siguientes: a) Traumatismos causados por golpes, como puñetazos, patadas, bofetadas, latigazos, golpes con alambres o porras o caídas b) Tortura por posición, como suspensión, estiramiento de los miembros, limitación prolongada de movimientos, posturas forzadas c) Quemaduras con cigarrillos, instrumentos calientes, líquido hirviendo o sustancias cáusticas d) Choques eléctricos e) Asfixia, con métodos húmedos y secos, ahogamiento, sofocación, estrangulamiento o uso de sustancias químicas f) Lesiones por aplastamiento, como aplastamiento de los dedos o utilización de un rodillo pesado para lesionar los muslos o la espalda; g) Lesiones penetrantes, como puñaladas o heridas de bala, introducción de alambres bajo las uñas; h) Exposiciones químicas a la sal, pimienta picante, gasolina, etc. en heridas o en cavidades orgánicas i) Violencia sexual sobre los genitales, vejaciones, introducción de instrumentos, violación j) Lesiones por aplastamiento o amputación traumática de dedos y miembros k) Amputación médica de dedos o miembros, extracción quirúrgica de órganos l) Tortura farmacológica con dosis tóxicas de sedantes, neurolépticos, paralizantes, etc. m) Condiciones de detención, como celdas pequeñas o atestadas, confinamiento en solitario, condiciones antihigiénicas, falta de instalaciones sanitarias, administración irregular de alimentos y agua o de alimentos y agua contaminados, exposición a temperaturas extremas, negación de toda intimidad y desnudez forzada n) Privación de la estimulación sensorial normal, como sonidos, luz, sentido del tiempo, aislamiento, manipulación de la luz de la celda, desatención de necesidades fisiológicas, restricción del sueño, alimentos, agua, instalaciones sanitarias, actividades motrices, atención médica, contactos sociales, aislamiento en la prisión, pérdida de contacto con el mundo exterior para evitar toda formación de vínculos o identificación mutua, y fomentar una vinculación traumática con el torturador; o) Humillaciones, como abuso verbal, realización de actos humillantes; p) Amenazas de muerte, ejecuciones simuladas q) Amenazas de ataques por animales, como perros, gatos, ratas o escorpiones; r) Técnicas psicológicas para quebrar a la persona, incluidas traiciones forzadas, agudización de la sensación de desvalimiento, exposición a situaciones ambiguas o mensajes contradictorios s) Violación de tabúes t) Forzamiento de la conducta: prácticas contra la propia religión (por ejemplo, forzar a los musulmanes a comer cerdo), dañar a otras personas mediante tortura o cualquier otro maltrato, destruir propiedades, traicionar a otra persona exponiéndola a riesgos u) Inducción forzada de la víctima a presenciar torturas u otras atrocidades que se estén cometiendo con otros. Las manifestaciones físicas del maltrato pueden varían según la intensidad, frecuencia y duración de los malos tratos, la capacidad de autoprotección que tenga la persona superviviente y su estado físico previo. Ciertas formas de tortura pueden no dejar huellas físicas, pero pueden asociarse a otros trastornos. Así, por ejemplo, los golpes en la cabeza que provocan pérdida del conocimiento pueden causar una epilepsia postraumática o una disfunción orgánica cerebral. Los traumatismos genitales suelen asociarse a ulteriores disfunciones sexuales.
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Santiago CherbitPsicologo Archives
Noviembre 2020
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